Más allá de los personajes que solemos interpretar en nuestra vida cotidiana,
de los juicios en los que nos encarcelamos,
de los miedos a los que nos encadenamos…
existimos en nuestro corazón.
Desde él podemos crear nuestra propia música, nuestro sentir,
e impregnar todos nuestros pensamientos, emociones y acciones con ella.
Entonces ya no nos tendremos que preocupar por ser auténticos,
cada persona con la que nos encontremos
nos reconocerá por la melodía que escuchará en nosotros.
Nuestra mirada proyectará nuestras notas a todo el universo
y éste resonará como la mejor sala de conciertos.
Tocar nuestra música puede ser una metáfora para nuestra mente,
pero es una gran realidad en nuestro sentir.
¿Qué te parece ir ensayando …?
Verás como, poco a poco, tu propio cuerpo te pedirá que la interpretes,
porque se habrá convertido en su mejor y más sabroso alimento.
Todo esto es hermoso y me llena de Paz. Gracias...
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