Debemos aprender a no impacientarnos con el lento proceso curativo del tiempo.
Debemos disciplinarnos a nosotros mismos para reconocer que hay que seguir muchos pasos en el camino que va de la pena a la renovada serenidad.
Debemos anticipar estas etapas en nuestra convalecencia emocional: insoportable dolor, pena punzante, días vacíos, resistencia al consuelo, desinterés por la vida, que gradualmente van cediendo paso.. al nacimiento de un patrón de acción y de aceptación del irresistible desafío de la vida. (Joshua Loth Liebman).
La recuperación es un proceso. Es un proceso gradual, un proceso de curación y un proceso espiritual, un viaje más que un destino.
Podemos relajarnos, hacer nuestra parte y dejar que ocurra el resto.
“Hoy confiaré en este proceso y en este viaje que he emprendido”.
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