martes, 24 de septiembre de 2013

¿Quién queremos que dirija nuestra vida?



Cuando tomamos una decisión, ¿dónde en nuestro interior se origina la respuesta?
 ¿Deciden nuestras creencias, nuestros miedos, 
nuestras máscaras, nuestros prejuicios, 
nuestras necesidades…? 

 ¿La decisión tomada nos niega a nosotros mismos …?


    No nos han educado para hacernos estas preguntas y sin embargo son las que nos pueden llevar al camino más sabio, el de mayor felicidad.
Esto tal vez es así porque nuestra enseñanza no apunta a la felicidad, sino a satisfacer un modelo de sociedad, sobre el cuál tampoco nos han dicho que tenemos el poder de cambiarlo.

En definitiva, hemos sido educados para ser habitantes del mundo, pero no sus creadores.

 ¿Quién queremos que dirija nuestra vida?

Podemos darle la batuta a quien realmente conoce y reconoce todas nuestras partes, a quien está más allá de las conveniencias de una determinada cultura, a quien ningún juicio daña, a quien tiene depositada nuestra esencia … al centro de nuestro verdaderos ser.

Pero …  ¿cómo lo reconoceremos más allá de los personajes que habitualmente interpretamos?





El camino hacia  él no está en nuestros pensamientos, ni en nuestras emociones, sino en nuestro sentir más profundo, aquél que cuando lo experimentamos sentimos levedad y poder a la vez.

Cuando nos abrimos a su música la batuta sabe dirigir a la orquesta que nos compone sin ni siquiera pensar en su siguiente movimiento, la orquesta es una  … y su melodía es nuestra vida.




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