“Una verdadera educación no te enseñará a competir; te enseñará a colaborar.
No te enseñará a pelear para llegar el primero.
No te enseñará a pelear para llegar el primero.
Te enseñará a ser creativo, a ser cariñoso, a ser dichoso sin compararte con los demás.
No te enseñará que sólo puedes ser feliz si llegas el primero: es una estupidez…
No te enseñará que sólo puedes ser feliz si llegas el primero: es una estupidez…
Una educación de verdad no te enseñará a ser el primero.
Yo te digo que disfrutes de lo que haces, no por los resultados, sino por el acto en sí.
Al igual que un pintor, un bailarín o un músico…
Yo te digo que disfrutes de lo que haces, no por los resultados, sino por el acto en sí.
Al igual que un pintor, un bailarín o un músico…
Puedes pintar de dos maneras: para competir con otros pintores, porque quieres ser el mejor pintor del mundo, quieres ser un Picasso o un Van Gogh. Entonces tu pintura será de segunda categoría, porque a tu mente no le interesa la pintura en sí; le interesa que seas el primer pintor del mundo, el mejor.
No profundizas en el arte de la pintura. No disfrutas de ella, sólo la utilizas como un peldaño.
Te has metido en un viaje del ego, y el problema radica en que para ser pintor de verdad tienes que deshacerte por completo del ego…
Tú no creas la verdadera belleza, sino que se crea a través de ti.
La existencia fluye; tú eres sólo un conducto.
Tú dejas que ocurra y nada más; tú no lo obstaculizas y nada más.
Pero si te interesan demasiado los resultados, los resultados últimos, que tienes que hacerte famoso, que tienes que ganar el premio Nobel, que tienes que ser el mejor pintor del mundo, que tienes que derrotar a todos los demás pintores que han existido hasta la fecha, entonces no te interesa la pintura; la pintura es algo secundario…
No pienses en los resultados.
Haz lo que estés haciendo con todo tu ser.
Piérdete en ello, pierde al hacedor en el hacer.
No “seas”; deja que tus energías creativas fluyan sin obstáculos”.
Osho, Alegría. La felicidad que surge del interior
Debemos entender que la competición no debe ser más que nuestro propio proceso de aprendizaje basándonos en cómo mejoran los demás.
ResponderEliminarSon muy pocos los momentos en la vida en que podríamos afirmar que es bueno competir, ni siquiera me atrevo a poner un ejemplo, ya que lo que para ti puede significar "competir por algo" para mí puede significar "luchar por mis objetivos". La competición no es buena, salvo prescripción médica (jejeje) Lo importante no es el día del partido, son los entrenamientos.
La mejor competición que harás nunca será la que tengas contigo mismo, esa es la que te dará los conocimientos y las emociones necesarias para llegar donde te propongas. Por lo tanto colabora y ayuda a los demás y compite con tu "yo más competitivo", eso te ayudará a mejorar.
Está comprobado, que nadie por si sólo lo puede todo. Todo es más fácil en equipo, de manera que se unan diferentes ideas, opiniones y pueda crearse un intercambio de información beneficiosa para los integrantes del grupo, yo aprendo de tí y tu de mí, nada nuevo, puro trabajo de grupo, de eso se trata el competir para mi, el aporte de todos para una causa.
¿Todos nos sentimos bien cuando ayudamos a cruzar la calle a una señora mayor no? Pues en la competencia es muy similar, al compartir una forma de hacer las cosas (deporte o cultura o ingenio) consideras que eso es de calidad y útil, estás poniendo a disposición de competidores, las mismas herramientas y trucos que tu usas para tu beneficio, por tanto el competir está más que bien.
Competir, para mi significa "Superarse".... competir es bueno siempre y cuando no caigas en los excesos y en vez de competición se llame "Ambición".