Dos jóvenes atrevidos y crueles se encontraron casualmente con un individuo de aspecto miserable y, creyéndole idiota, quisieron burlarse de él.
Después de haberlo molestado en varias formas, sin que el otro se mostrase de ningún modo ofendido, lo condujeron a la cima de una torre y le dijeron:
— Tírate, no te harás ningún daño.
Éste, creyendo sus palabras, se lanzó abajo y voló como un pájaro, y tocó el suelo ileso.
Sus torturadores pensaron que se trataba de un golpe de suerte, y quisieron probar de nuevo.
Lo llevaron a la orilla de un lago.
— Allá abajo, en el fondo del lago, hay una perla preciosa, le dijeron. Tú puedes sumergirte y cogerla para ti.
El confiado se tiró enseguida, y no tardó en salir con una perla en la mano.
Lo llevaron a la orilla de un lago.
— Allá abajo, en el fondo del lago, hay una perla preciosa, le dijeron. Tú puedes sumergirte y cogerla para ti.
El confiado se tiró enseguida, y no tardó en salir con una perla en la mano.
— Perdónanos, le dijeron, nos hemos burlado de ti. Pero por favor, revélanos el secreto de tu doctrina.
— Yo no tengo doctrinas secretas, respondió. Creía tan firmemente en aquellos que me decíais, que no tenía duda de poder hacerlo. Pero ahora, sabiendo que queríais engañarme, me siento todo confundido. Jamás tendré otra vez el atrevimiento de hacer aquello que he hecho.
La persona que no duda ni desconfía puede mover las montañas
y atravesar el universo sin encontrar obstáculos.
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