martes, 29 de mayo de 2018

Liberando Ataduras





A medida que acumulamos posesiones, nuestra mirada se concentra en dichas riquezas y en consecuencia se desvía de la calidad humana que nos une a todos. Cabe decir que en esta sociedad, la más materialista a lo largo de toda la historia, se registran altos niveles de soledad y desesperación. Al haber desconectado de la relación humana, también hemos producido una de las culturas más violentas que la historia ha conocido. La soledad y la violencia aparecen como el hijo bastardo de una sociedad excesivamente materialista.

La pregunta más importante que puede usted formularse con respecto al lugar que ocupa en esta cultura es sin duda la siguiente: ¿cómo puedo ser una persona feliz, afectuosa y satisfecha dentro de este materialismo que caracteriza a toda la sociedad? ¿Puedo experimentar la felicidad y la armonía interior en mi vida dentro de un contexto que destaca por su codicia y afán de posesión? ¿De qué forma puedo llevar una vida plena de amor y armonía si me encuentro rodeado de personas que despiden soledad y violencia en su camino hacia la consecución de más y más cosas?


 


La respuesta se halla en la independencia. La independencia es un hecho natural en el universo, que siempre ocurre. La cuestión es si usted está dispuesto a sintonizar con ella y a ponerla en práctica en su vida diaria.

En nuestra sociedad, que destaca por su elevado índice de materialismo, la independencia es un principio normalmente rechazado por quienes persiguen más y más éxito. Es algo de lo que muchos se burlan puesto que pone a prueba la esencia de las tradiciones y creencias que han defendido a lo largo de sus vidas.

Permítanme una digresión. No pretendo dar a entender que la acumulación de riquezas y de posesiones materiales sea mala. La independencia no consiste en una negación de la alegría derivada de la abundancia. Paradójicamente le reportará mucha más abundancia, en vez de obligarle a desprenderse de sus bienes materiales. Sin embargo, si opta por renunciar a ellos, la vida le resultará mucho más fácil.



Todas nuestras ataduras se hallan en la forma. Empleo el término “atadura” para referirme a la dependencia de las cosas y a definir nuestra vida con relación a personas y cosas ajenas a nosotros mismos. Por consiguiente, puede afirmarse que una atadura es algo perteneciente al mundo de la forma al que, por concederle tanta relevancia, ahora nos sentimos emocionalmente unidos.





Creemos que debemos poseerlo todo porque de lo contrario perderíamos nuestra esencial humanidad. Si se encuentra verdaderamente despierto, se percatará de la insignificancia de todos los objetos a los que se encuentra encadenado. Imagínese dejando este planeta, tras su muerte, y contemplando con mirada retrospectiva todas esas ataduras (apegos). Se dará cuenta de la poca importancia que tienen. 





Ahora le sugiero que piense en este principio de la independencia en el mismo sentido. Despréndase de la necesidad de depender de personas y cosas. En esencia usted nunca puede llegar a poseer nada ni a nadie. Toda atadura (apego) es un impedimento para vivir en un nivel superior de conciencia. Por otro lado, las ataduras son las culpables de una felicidad y un éxito personal muy limitados. Cuanto más pueda renunciar a la dependencia de personas y cosas, menos obstáculos tendrá que salvar durante su vida.

WAYNE W. DYER 



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