Cuando tienes demasiados conocimientos —has conocido las escrituras, has conocido el pasado, la tradición, has conocido todo lo que se puede conocer—, de repente te das cuenta de la inutilidad de todo, de repente te das cuenta de que eso no es conocimiento, sino algo prestado.
No es tu propia experiencia existencial, no es lo que has llegado a saber. Quizá otros sí lo hayan sabido, pero tú simplemente lo has reunido, de una forma mecánica. No ha surgido de ti, no es algo que haya crecido. Es basura recogida de otras cosas, prestada, muerta.
No es tu propia experiencia existencial, no es lo que has llegado a saber. Quizá otros sí lo hayan sabido, pero tú simplemente lo has reunido, de una forma mecánica. No ha surgido de ti, no es algo que haya crecido. Es basura recogida de otras cosas, prestada, muerta.
Recuerda que el conocimiento solo está vivo cuando tú conoces, cuando es tu experiencia inmediata, directa, pero cuando tu conocimiento proviene de otros, es simple memoria, no conocimiento. La memoria está muerta. Cuando reúnes gran cantidad —las riquezas del conocimiento, las escrituras, todo lo que te rodea, las bibliotecas condensadas en tu mente, y de repente te das cuenta de que simplemente llevas la carga de otros, de que no te pertenece nada, de que no has conocido—, entonces puedes abandonarlo, puedes abandonar todo ese conocimiento.
Al abandonarlo surge un nuevo tipo de ignorancia. No se trata de la ignorancia del ignorante, sino de la sabiduría del sabio.
Solamente el sabio puede decir: «No sé», pero al decir «No sé» no siente ansias de
conocimiento. Está constatando un hecho. Y cuando puedes decir de corazón «No sé», en ese mismo momento se te abren los ojos, se abren las puertas del conocimiento. En ese mismo momento es cuando puedes decir con toda sinceridad «No sé», cuando eres capaz de adquirir conocimiento.
Esta ignorancia es muy hermosa, pero se obtiene mediante el conocimiento. Es la pobreza a la que se llega mediante la riqueza.
Y lo mismo ocurre con el ego: solo puedes perderlo si lo tienes.
¿QUÉ NECESIDAD TENÍA BUDA?
Era un rey en su trono, en la cúspide de su ego... ¿Por qué llegar a tal extremo, a cambiar su palacio por las calles, a mendigar? Pero en el mendigar de Buda hay belleza. La tierra jamás ha conocido mendigo tan hermoso, mendigo tan rico, mendigo tan majestuoso, tal emperador. ¿Qué ocurrió cuando descendió de su trono?
Descendió de su ego.
Los tronos no son sino símbolos, símbolos del ego, del poder, el prestigio, la posición social.
Descendió y sobrevino la ausencia de ego.
Esta ausencia de ego no es modestia, no es humildad.
Encontrarás a muchas personas humildes, pero bajo su humildad funciona un ego muy sutil.
SE CUENTA QUE DIÓGENES FUE UN DÍA A VER A SÓCRATES
Fue a ver Sócrates y empezó a hablar sobre la ausencia de ego, pero con sus penetrantes ojos, Sócrates debió de darse cuenta de que Diógenes no era un hombre
sin ego. Su forma de hablar sobre la humildad era muy egoísta. Por lo visto, Sócrates le
dijo: «A través de tu ropa sucia, a través de los agujeros de tu ropa no veo sino el ego. Hablas de humildad, pero tus palabras proceden de un profundo centro del ego».
ASÍ OCURRE, ASÍ ES COMO SE DA LA HIPOCRESÍA.
Eso es lo que ocurre si empiezas a desprenderte del ego inmaduro.
Mis enseñanzas parecerán contradictorias, pero son reales como la vida misma. La contradicción es algo inherente a la vida.
Os enseño a que seáis absolutamente egoístas.
No lo ocultéis, porque si no, nacerá la hipocresía.
Y no luchéis contra el fenómeno inmaduro. Dejadlo madurar, y ayudadle a madurar.
Llevadlo al punto culminante.
No tengáis miedo; no hay nada que temer.
Así llegaréis a comprender la agonía del ego.
Cuando llegue al punto culminante, no necesitaréis ningún Buda, ni a mí, para que os diga que el ego es el infierno. Lo sabréis, porque el culmen del ego será el culmen de vuestras experiencias infernales, será una pesadilla, y entonces no hará falta que nadie os diga:
No lo ocultéis, porque si no, nacerá la hipocresía.
Y no luchéis contra el fenómeno inmaduro. Dejadlo madurar, y ayudadle a madurar.
Llevadlo al punto culminante.
No tengáis miedo; no hay nada que temer.
Así llegaréis a comprender la agonía del ego.
Cuando llegue al punto culminante, no necesitaréis ningún Buda, ni a mí, para que os diga que el ego es el infierno. Lo sabréis, porque el culmen del ego será el culmen de vuestras experiencias infernales, será una pesadilla, y entonces no hará falta que nadie os diga:
«Abandónalo. Te resultará difícil mantenerlo».
El conocimiento se alcanza únicamente mediante el sufrimiento.
No se puede prescindir de nada mediante argumentaciones lógicas. Se prescinde de algo solo cuando llega a ser tan doloroso que no se puede continuar con ello.
Yo no puedo convencerte para que lo abandones, e incluso si te convenciera, lo esconderías... eso es todo.
No se puede tirar nada que no esté maduro. El fruto sin madurar se aferra al árbol y el árbol se aferra al fruto. Si los obligas a separarse, se formará una herida, y la cicatriz permanecerá. La herida continuará como si fuera reciente y tú siempre sentirás dolor. Recuerda que todo tiene su momento, su tiempo para crecer, para madurar, para caer a la tierra y disolverse. También el ego tiene su momento, tiene que llegar a la madurez.
No se puede tirar nada que no esté maduro. El fruto sin madurar se aferra al árbol y el árbol se aferra al fruto. Si los obligas a separarse, se formará una herida, y la cicatriz permanecerá. La herida continuará como si fuera reciente y tú siempre sentirás dolor. Recuerda que todo tiene su momento, su tiempo para crecer, para madurar, para caer a la tierra y disolverse. También el ego tiene su momento, tiene que llegar a la madurez.
De modo que no tengáis miedo de ser egoístas. Lo sois, porque de otro modo hace tiempo que habríais desaparecido.
Tal es el mecanismo de la vida: tenéis que ser egoístas, tenéis que luchar para abriros camino, tenéis que luchar contra los millones de deseos que os rodean, tenéis que debatiros, tenéis que sobrevivir.
Si un niño nace sin ego, morirá. No sobrevivirá; es imposible, porque si tiene hambre no lo notará: «Yo tengo hambre». Notará que hay hambre, pero no la relacionará consigo mismo. En el momento que se siente hambre el niño siente que es él quien tiene hambre y se pone a llorar para que le den de comer.
El niño crece mediante el crecimiento de su ego.
El niño crece mediante el crecimiento de su ego.
Por eso, para mí el ego forma parte del proceso de desarrollo natural.
Según pude determinar, buena parte de este escrito corresponde a citas textuales de Samael Aun Weor, sería bueno que hicieras la acreditación correspondiente.
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