jueves, 28 de agosto de 2014

El Círculo Puede Romperse

Amado Osho,
  A menudo te oigo decir que los políticos y los sacerdotes están explotando y timando a la gente, como si fueran una raza distinta procedente del espacio exterior que nos hubiera sido impuesta.
Mi comprensión es que, más bien, estos políticos y sacerdotes surgen de entre nosotros, por eso somos totalmente responsables de su actuación, y quejarnos de ellos es como quejarnos de nosotros mismos. ¿Dentro de cada uno de nosotros no se oculta un político y un sacerdote? ¿Lo comentarías, por favor?



Los políticos y los sacerdotes, evidentemente, no vienen del espacio exterior, crecen entre nosotros. Nosotros también tenemos la misma ansia de poder, el mismo deseo de ser más sagrados que los demás. Ellos son los que más éxito tienen en lo que respecta a estos deseos y ambiciones.
Ciertamente somos responsables, pero es un círculo vicioso; no somos los únicos responsables. Los políticos y sacerdotes de éxito siguen condicionando a las nuevas generaciones con las mismas ambiciones; ellos crean la sociedad, ellos cultivan su mentalidad y su condicionamiento. Ellos también son responsables, y son más responsables que la gente común, porque la gente común es víctima de todo tipo de pro¬gramas que les son impuestos.
El niño llega al mundo sin ninguna ambición, sin ningún deseo de poder, sin ninguna idea de ser más elevado, más santo, superior. Ciertamente no puede ser responsable. Los que le educan -los padres, la sociedad, el sistema educativo, los políticos, los sacerdotes- todo este grupo va viciando a cada niño. Por supuesto, a su vez el niño viciará... pero es un círculo vicioso. ¿Desde dónde se puede romper?

Yo insisto en condenar a los sacerdotes y a los políticos, porque ese es el lugar desde donde el círculo se puede romper. Condenar a los niños pequeños que llegan al mundo no nos va a ser de ayuda. Condenar a las masas populares tampoco nos va a ayudar, porque ya han sido condicionadas y están siendo explotadas. Están sufriendo, son desgraciadas. Pero nada les despierta, están profundamente dormidas. El único punto donde se debe centrar nuestra condena es en los que tienen el poder, porque tienen el poder de contaminar a las generaciones futuras. Si podemos detenerles, podremos tener un nuevo ser humano.

Se que todo el mundo es responsable. Pase lo que pase, de una u otra forma, cada uno tiene su parte en ello. Pero para mí lo importante es a quién golpear, para que en la próxima generación de niños se pueda evitar el círculo vicioso. La humanidad ha estado dando vueltas en él durante siglos. Por eso no condeno a las masas populares, no te conde¬no a ti. Condeno a los que ahora están en una posición tal que si se relajan un poco en lo que respecta a sus intereses creados y miran a la mise¬ria de la masa humana, entonces la transformación es posible: el círculo puede romperse.

     Yo elijo a los políticos y a los sacerdotes a propósito. Hay muchas  cosas a recordar. 

Los sacerdotes saben perfectamente bien que no hay Dios. En este mundo, el sacerdote es el único que sabe que no hay Dios, pero su profesión depende de este Dios inexistente. No puede decir la verdad porque sus intereses creados se echarían a perder: no sólo los suyos, estaría echando a perder el juego para las generaciones futuras. Sabe que los rituales sólo son falsa magia, que los mantras no tienen poder, que su teología sólo es un encubrimiento. Nadie lo sabe mejor; ha estudiado las escrituras y sabe que no hay pruebas de la existencia de Dios por ninguna parte. Interpreta las escrituras de tal manera que le ayudan en su profesión. Sigue haciendo comentarios de las antiguas escrituras, añadiéndoles más y más cosas que le ayudan en su profesión.

A medida que cambian los tiempos tiene que hacer nuevos añadidos. Por ejemplo, Manú, un pensador de hace cinco mil años, sacerdote y padre del sacerdocio, en su obra Manusmriti las memorias del Manú que los hindúes siguen palabra por palabra creó el sistema de castas, una de las cosas más repugnantes de la existencia.
Por esta causa, una cuarta parte de los hindúes han sufrido una larga esclavitud, explotación y humillación. Casi han sido reducidos a seres subhumanos; se les llama los achoot, los intocables. Han caído tan bajo que no puedes tocarlos; si lo haces tienes que tomar un baño inmediatamente. Incluso basta con que su sombra te toque para hacerte impuro. Parece que Manú redujo una cuarta parte de los hindúes a la esclavitud eterna.
Se que todo el mundo es responsable, pero no todo el mundo tiene el poder suficiente para romper el círculo; por eso golpeo constantemente a los políticos y sacerdotes. Y ahora me tienen miedo, quizá anteriormente no hayan tenido miedo de un sólo hombre. No quieren que entre en sus países, en ningún país del mundo. Los sacerdotes están detrás de los políticos que hacen las reglas y leyes para prohibirme el acceso.

La comuna de América fue destruida por los políticos, pero detrás de los políticos estaban los fundamentalistas cristianos, el grupo más ortodoxo de pastores cristianos. Ronald Reagan mismo es un fundamentalista cristiano. Y ser un fundamentalista cristiano significa ser completamente ortodoxo. Cree que cada palabra de la Biblia es sagrada, salida de la boca de Dios. Conspiraron juntos para destruir la comuna.
El otro día recibí la noticia de que ahora están construyendo un monumento en The Dalles; los obispos y políticos, y todo tipo de líderes y ciudadanos destacados están haciendo sus contribuciones monetarias; un gran monumento que indique que han vencido y expulsado a las fuerzas malignas que crearon la comuna. Me han expulsado, han destruido mi trabajo y aún no están satisfechos con eso; quieren crear un monumento para que las generaciones futuras lo sepan.


Y tanto los sacerdotes como los políticos son muy vulnerables; no tienen suelo bajo los pies. Si se les da un buen golpe, están acabados. Y cuando se acabe con ellos, la sociedad saboreará la libertad.
Podemos educar a los niños de una manera más humana, no condicionada, inteligente, considerando a toda la Tierra como una unidad: sin cristianos, sin hindúes, sin musulmanes, sin indios, sin chinos, sin americanos. Las naciones y las religiones son creaciones de los sacerdotes y de los políticos. Una vez que se acaben, las religiones y las naciones también se acabarán.

Y un mundo libre de religiones, libre de naciones, será un mundo humano: sin guerras, sin luchas innecesarias por cosas que nadie ha visto...

Es muy estúpido que durante miles de años la gente se haya estado matando en el nombre de Dios. Ninguno de ellos le ha visto, ninguno de ellos tiene pruebas, ninguno tiene una evidencia. Y ni siquiera sienten vergüenza, porque nadie les ha preguntado mirándolos directamente a los ojos... Y van cruzadas, yihads,, guerras religiosas; destruyen a todos los que no creen en su dogma, porque su dogma es divino y todos los demás dogmas son una creación del diablo.

Tratan de servir a la humanidad matando a la gente. Su intención es liberar a esa gente de las garras del diablo. Pero lo extraño es que cada religión cree que las demás religiones han sido creadas por el diablo. Por eso la lucha continúa. Los políticos luchan una guerra tras otra, ¿para qué? No le veo el punto. La Tierra no tiene líneas, ¿por qué dibujarlas en los mapas? 


Uno de mis profesores era un hombre muy inteligente. Un día nos trajo unos trozos de cartulina; había recortado todo el mapa en trocitos, lo puso sobre la mesa y preguntó: «¿Puede alguien venir y ponerlos en el orden correcto?». Muchos lo intentaron y fracasaron. Sólo un muchacho, viendo que todos los demás fracasaban y que no podían hacer el mapa mundi juntando las piezas, miró a una de las piezas por el otro lado. Entonces dio la vuelta a todas las piezas y vio la figura de un hombre. La clave era componer la figura humana, que era muy fácil. Por un lado encajaba la figura humana y por el otro encajaba el mapa mundi.
Quizá ocurra lo mismo con el mundo real... si podemos hacer encajar al ser humano, el mundo encajará. Si podemos hacer que el ser humano sea silencioso, pacífico, amoroso, las naciones desaparecerán, las guerras desaparecerán, toda la política sucia desaparecerá. Y recuerda, toda la política es sucia; no la hay de otro tipo. 
Pero tenemos que golpear a los que tienen el poder. Golpear al pobre hombre común no nos va a servir para nada, porque no tiene poder, es una víctima. Aunque le cambiemos, no será un gran cambio. Pero si podemos abolir la conspiración entre la religión y la política, entre los sacerdotes y los políticos, será realmente un gran cambio, una revolución: la única revolución que es necesaria y que aún no ha ocurrido.




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