viernes, 23 de septiembre de 2016

👉 Martes 13 o Espejo Roto? 👈


Es algo más que debemos trabajar para desterrar de nuestra mente rodas las supersticiones y creencias que nos han inculcado.  Hay familias y sociedades que viven la vida guiándose por supersticiones y creen al pie de la letra todo lo que se dice, si nos ponemos a indagar acerca de dónde salieron cada una de ellas, tendremos que remontarnos a cientos y miles de años, donde la ignorancia y la falta de conocimientos hiciera que cualquier acontecimiento provocara temor, terror y se creyera en augurios maléficos y sobrenaturales. 
Eliminando todas las supersticiones que alguna vez controlaron nuestra vida, seremos más libres y nos acercamos a la Verdad que está en Nuestro Ser y no en en las creencias que están.
Así que ten todos los gatos negros que quieras (pobrecitos, son hermosos y hasta de ellos se adueñaron algunos ignorantes para decir que son de mala suerte) Si derramas sal nada te pasará, solo que perdiste algunos centavos y tendrás que reponer el paquete, si cruzas debajo de una escalera solo mira si no tiene encima un balde de pintura o un martillo que se te caiga en la cabeza, y no será mala suerte sino que una negligencia del obrero que la usa.... y si se te rompe un espejo no tendrás 7 años de mala suerte, sino que la desgracia será que tendrás que limpiar los vidrios esparcidos y comprar uno nuevo... y así podría enumerar muchísimas más, pero mejor veamos que opina Osho de todo esto....




👉 LA SUPERSTICIÓN 👈


Es preciso comprender dos cosas en este sentido. La primera es que si algo se toma como superstición sin estudiarlo e investigarlo debidamente, ello equivale a crear una superstición todavía mayor: es muestra de una mentalidad altamente supersticiosa. Una persona cree que hay fantasmas y espíritus malignos y vosotros la llamáis supersticiosa, y eso os hace sentiros muy entendidos. Pero la pregunta es: ¿qué es la superstición? Si alguien cree que hay fantasmas y espíritus malignos sin investigarlo, eso es superstición; y si otra persona cree que no existen tales cosas, también eso es superstición. La superstición es creer algo sin saber si es cierto. Una persona no es supersticiosa por el mero hecho de que tenga creencias opuestas a las vuestras.

El que cree en Dios puede ser tan crédulo como el no creyente. Debemos comprender la definición de superstición. Significa creer ciegamente en algo sin comprobarlo. Algunos son unos supersticiosos ateos; otros son unos teístas supersticiosos: ambos caen en la fe ciega. Los primeros nunca se han preocupado de descubrir si es verdad que Dios existe: se han limitado a creerlo así; y los segundos tampoco han procurado descubrir si es verdad que Dios existe antes de creerlo así. Por lo tanto, no cometáis el error de creer que sólo los teístas son supersticiosos: los ateos también tienen sus propias supersticiones. Parece contradictorio: ¿cómo puede existir una superstición científica?

Si habéis estudiado geometría, debéis conocer la definición de Euclides que dice que la línea tiene longitud pero no tiene grosor. Y bien, ¿acaso puede haber algo más supersticioso que esto? Nunca ha existido una línea sin grosor. A los niños se les enseña que el punto no tiene ni longitud ni grosor; y hasta el más grande de los científicos parte del supuesto de que el punto no tiene longitud ni grosor. ¿Puede existir un punto sin longitud ni grosor? Todos estamos acostumbrados a usar las cifras del uno al nueve. Bien podríamos preguntarnos: ¿es que esto no es una superstición? ¿Por qué nueve cifras? Ningún científico puede explicar por qué se usan nueve cifras. ¿Por qué no siete? ¿Qué tiene de malo el siete? ¿Por qué no tres? Algunos matemáticos (Leibniz fue uno de ellos) se las arreglaron con sólo tres cifras. Leibniz dijo: al uno, dos, tres, les sigue el diez, once, doce, trece; después viene el veinte, veintiuno, veintidós, veintitrés. Así era su sistema de numeración; se manejaba muy bien con él, y desafió a los que no estaban de acuerdo con él a que demostrasen que estaba equivocado. Puso en tela de juicio la necesidad de nueve cifras.
Más tarde, Einstein dijo que tampoco eran necesarias siquiera tres cifras y que bastaba con dos; sería difícil arreglárselas con solo una cifra, pero dos son suficientes. La necesidad de nueve cifras en las matemáticas es una superstición científica. Pero el matemático tampoco está dispuesto a renunciar a ella. Dice: “¿Cómo podemos trabajar con menos de nueve cifras?”. Así pues, esto no es más que una creencia; no tiene más significado que esto.

Desde un punto de vista científico creemos que son verdades, centenares de cosas que, en realidad, son supersticiones. Los científicos también son supersticiosos, y en nuestros tiempos se están disipando las supersticiones religiosas mientras aumentan las supersticiones científicas. La diferencia entre las dos consiste, simplemente, en que si preguntáis a una persona religiosa cómo llegó a conocer la existencia de Dios, os dirá que está escrito en el Gita o en la Biblia, mientras que si le preguntáis cómo llegó a saber que la aritmética funciona con nueve cifras, os dirá que está escrito en el libro de tal o cual matemático.
¿Qué diferencia hay entre las dos? Las respuestas de cierto tipo se encuentran en el Gita, la Biblia, el Corán; las respuestas de otro tipo se encuentran en un libro de matemáticas. ¿Qué diferencia hay? Esto demuestra que tenemos que comprender lo que es realmente la superstición. La superstición es aquello en lo que creemos sin tener un conocimiento de ello. Aceptamos muchas cosas y rechazamos muchas cosas sin saber nada de ellas: también esto es supersticioso.

Suponed que en un pueblo un hombre es poseído por un espíritu. Las personas cultas dirán que es una superstición. Supongamos que las personas sin cultura son supersticiosas: ya las hemos tachado de supersticiosas porque estas personas sencillas, como son incultas, son incapaces de presentar ningún argumento que apoye su creencia. Así, todas las personas cultas del pueblo sostienen que el cuento de que este hombre está poseído por un espíritu es falso; pero no saben que en una universidad como la de Harvard, en los Estados Unidos, hay un departamento en que se llevan a cabo investigaciones sobre los espíritus y los fantasmas. El departamento ha publicado incluso fotografías de estos seres. No tienen ni idea de que en la actualidad algunos científicos muy respetados realizan serias investigaciones sobre los fantasmas y los espíritus, y han obtenido tales resultados que más tarde o más temprano llegarán a darse cuenta de que eran ellos, los hombres cultos, los que eran supersticiosos, y de que si bien aquellos a los que llamaban supersticiosos no sabían nada de aquello en lo que creían, lo que decían era verdad.


Si leéis a Ryon o a Oliver Lodge, os sorprenderéis, Oliver Lodge fue un científico que recibió el premio Nobel. A lo largo de toda su vida hizo investigaciones sobre los fantasmas y los espíritus. Antes de morir dejó escrito un documento en el que decía: “Todas las verdades de la ciencia que he descubierto no son, ni mucho menos, tan verdaderas como los fantasmas y los espíritus. Pero no tenemos conocimiento de ellos porque los supersticiosos cultos no se preocupan de enterarse de los descubrimientos que se producen en el mundo.”

Yo estoy en contra de la superstición por completo: deben suprimirse las supersticiones de todo tipo. Pero esto no significa que esta supresión sea una superstición mía. No significa que debamos ponernos a suprimirlas sin comprenderlas claramente, que debamos empeñarnos en romperlas sin una reflexión adecuada. Tal supresión arbitraria también se convertiría en supersticiosa.

Lo que quiero decir es que no hay manera de determinar lo que es supersticioso y lo que no lo es. En realidad, una misma cosa puede ser una superstición en ciertas circunstancias y puede ser científica en circunstancias diferentes. Una cosa que puede parecer científica en ciertas circunstancias puede parecer acientífica en un conjunto diferente de circunstancias.

La vida es tan misteriosa que no podemos afirmar nada de una manera tan definitiva. Lo único que podemos decir es: “De momento conocemos hasta aquí, y a la luz de estos conocimientos parece que tal y tal cosa es errónea.” Eso es todo. Mantener una superstición produce agrado, y también produce agrado quebrantarla. Lo agradable de mantener una superstición es que nos ahorra el trabajo de pensar: creemos lo que creen todos los demás. Ni siquiera queremos preguntarnos la explicación ni por qué es así. ¿Por qué molestarnos? Nos limitamos a seguir a la multitud. Tener supersticiones es cómodo.

Hay que implantar la tendencia a pensar racionalmente, y hay que suprimir la tendencia a creer irreflexivamente. Esto nos llevará a ver contextos diferentes, significados diferentes. De esta forma, emprenderemos una búsqueda intensiva; pensaremos y razonaremos. Así, consideraremos todas las posibilidades.

La mentalidad científica no será muy partidaria de la superstición, pero la superstición seguirá existiendo mientras el hombre esté satisfecho con su ceguera. Si el hombre no está preparado para abrir los ojos, entonces deberá existir la ceguera.

Así pues, no os preocupéis demasiado de romper las cadenas de la superstición, pues si la persona que lleva la cadena sigue siendo la misma, se forjarán otras. No es capaz de vivir sin cadenas. Las personas de este tipo crearán cadenas nuevas.

En realidad, la persona inteligente nunca se aferra a nada; ni siquiera a ninguna creencia, ni mucho menos a una superstición. Vive inteligentemente; no se agarra a nada. Nunca crea ninguna cadena, porque sabe que la vida en libertad produce una alegría inmensa. No os creéis vosotros ninguna cadena.

Me gustaría deciros: confiad en lo que buscáis, no en lo que pedís a otros. No alcanzaréis la divinidad pidiendo a otros, sino conociendo. Tampoco os creáis nunca lo que dicen los demás. 
Osho



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