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El zen es un tipo de religión totalmente distinto. Insufla humanidad a
la religión. No le interesa nada sobrehumano. Todo su interés radica en
cómo convertir la vida cotidiana en una bendición.
Otras religiones intentan destruir tu vida cotidiana y hacer de ti
alguien extraordinario; y esos son los viajes del ego, y lo cierto es
que no te harán feliz. Te condicionan, te respetan. Como eres bueno la
sociedad te respeta, como eres bueno te respetan los padres, y porque
eres bueno te respetan los profesores. Y poco a poco te va penetrando
la idea de que si eres bueno todo el mundo te respetará y que si eres
malo nadie te respetará.
Pero la respetabilidad no es vida. La respetabilidad es muy venenosa.
Un ser humano realmente vivo no se preocupa de la respetabilidad. Vive,
y lo hace con autenticidad. No se para a considerar lo que piensan los
demás.
Lo segundo que hay que recordar es que el ego se identifica con un rol,
con una función. Alguien es administrativo, otro es delegado, el otro
es jardinero, y otro distinto es gobernador. Son funciones, son cosas
que haces; pero no son tu ser.
Cuando alguien pregunta: “¿Y tú quién eres?”, y tú dices: “Soy
ingeniero”, tu respuesta es existencialmente errónea. ¿Cómo puedes ser
ingeniero? Eso es lo que haces, no lo que eres.función, porque
encerrarse demasiado en ella es
encarcelarse. Realizas las funciones de un ingeniero, o el trabajo de un
médico, o de un gobernador, pero eso no significa que tú eres eso.
Puedes abandonar el trabajo de ingeniero y convertirte en pintor, y
puedes dejar de hacer de pintor y ser barrendero... eres infinito.
Resulta insultante pensar en un ser humano como un
administrativo. Resulta muy insultante pensar acerca de ti mismo como si
sólo fueses un administrativo; resulta degradante. Sois dioses y
diosas, nada menos. Puede que más, pero no menos.
Cuando digo que sois dioses y diosas, quiero decir que vuestras
posibilidades son infinitas, que vuestro potencial es infinito. Tal vez
no estéis poniendo a trabajar todo vuestro potencial, pero es que nadie
puede, porque es tan vasto que resulta imposible. Sois el universo
entero; ni siquiera en un tiempo eterno podrías llegar a agotar vuestro
potencial. Eso es lo que quiero decir cuando digo que eres un dios, que
eres inagotable.
Pero hay que poner algo en práctica. Aprendes un lenguaje, te
conviertes en alguien muy expresivo y articulado, y te conviertes en
orador. Cuentas con un cierto sentido verbal y te conviertes en poeta.
Tienes cierto oído musical, te encanta la música, estás dotado para los
sonidos y te conviertes en músico. Pero esas son posibilidades muy,
pero que muy diminutas. No pienses que te acabas con ellas; nadie se
acaba nunca con nada.
Sea lo que sea que hayas hecho, no es nada comparado con lo que puedes
hacer. Y sea lo que sea que puedas hacer, no es nada comparado con lo
que eres.
El ego significa identificarse con la función. El énfasis del ego está
en hacer, y el de la consciencia, en ser. El zen es para ser y todos
estamos por el hacer.
Cuando estás en la oficina, sé un administrativo, sé un delegado, sé un
gobernador –eso está muy bien-, pero en el momento en que salgas de la
oficina, no sigas siendo un gobernador, un administrativo, un delegado.
La función ya ha acabado. ¿Por qué seguir cargando con ella? No vayas
andando por la calle como si fueses gobernador, porque no lo eres. La
gobernadora te pesará y no te permitirá disfrutar. Los pájaros piarán en
los árboles, pero ¿cómo podrá participar de ello un gobernador? ¿Cómo
puede bailar con los pájaros un gobernador? Llegarán las lluvias y un
pavo real tal vez se ponga a bailar. ¿Cómo podrá un gobernador plantarse
en medio de la multitud para observarlo? Es imposible. Un gobernador
debe continuar siendo gobernador. Sigue con lo suyo, nunca mira aquí o
allá, nunca se fija en el verdor de los árboles, ni mira la luna. Sigue
siendo gobernador.
Esas identidades fijas os matan. Cuanto más fijos más muertos. Tenéis
que recordarlo. No estáis confinados por nada de lo que hagáis.
Vuestras acciones no significan nada para vuestro ser.
Hay gente que viene a verme y me dice: “¿Y qué ocurre con el karma
pasado? ¿Y con las vidas pasadas?. Como digo que podéis iluminaros en
un instante, me preguntan: “¿Y qué ocurre con el karma pasado?”. Yo
respondo que ese karma nunca es un confinamiento, porque las acciones
nunca lo son. Si permaneces confinado es simplemente porque así lo
quieres, si no no habría tal confinamiento. Al igual que sales de la
oficina y abandonas tu función de gobernador, también en cada vida
puedes salirte de esa vida. Ese sueño ha acabado, fuese dulce o una
pesadilla. Te sales.
Eso es lo que hace constantemente un meditador. Se sale a cada momento
del pasado, abandona por completo el pasado. Deja de estar allí, no se
queda remoloneando, está liberado de él. Entonces no hay karma.
El karma no te obstaculiza, eres tú el que se apega a él. Se trata de
un hábito, de una costumbre, y no haces más que practicarlo
continuamente.
Cuando no estás con tu esposa, dejas de ser esposo. ¿Cómo puedes ser
esposo sin una mujer? No tiene sentido. Cuando no estás con tu hijo, no
eres ni padre ni madre.
Cuando no escribes poesía no eres poeta. Cuando no bailas, no eres
bailarín. Sólo lo eres cuando te pones a bailar. En ese momento palpitas
en una cierta función como bailarín, pero sólo en ese momento. Cuando
se detiene la música, desaparece el bailarín, y tú te sales de ello. De
esa manera uno se mantiene libre, flotando, fluyendo.
OSHO
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