viernes, 2 de enero de 2015

El Rey Bipolar


Acá les dejo un cuento que me ha dado gracia y a la vez me ha dejado pensando... en realidad gracia, porque parece que ahora ser bipolar está de moda, ya que presidentes y otras celebridades gozan de ese beneficio.... jejeje.... y es más, el nombre se lo puse yo, en realidad no sé el autor, ni de donde proviene, lo tenía guardado desde hace tiempo y decidí compartirlo... y me dejó pensando en que cuántas veces nos preocupamos por tantas cosas que...en fin... mejor lee ya el cuento que está muy bueno ♥




 El Rey Bipolar

 Había una vez, un rey poderoso que reinaba un país muy lejano. 

 Era un buen rey. Pero el monarca tenía un problema: 
era un rey con dos personalidades.

  Había días en los que se levantaba exultante, eufórico, felíz. 
Ya desde la mañana, esos días aparecían como maravillosos. 
Los jardines de su palacio, le parecían más bellos. 
Sus sirvientes, por alguna extraña razón, eran amables y eficientes esas mañanas.


En el desayuno confirmaba que en su reino, se fabricaban las mejores harinas 
y se cosechaban los mejores frutos.
Esos eran días en los que el rey, rebajaba los impuestos, repartía riquezas, 
concedía favores y legislaba por la paz y el bienestar de los ancianos. 

Durante esos días, el rey accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos.

  Sin embargo, había también otros días; días negros. 
Desde la mañana, se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más, 
pero cuando lo notaba, ya era tarde y el sueño lo había abandonado. 
Esos días, se esforzaba por comprender porqué sus sirvientes
 estaban de tan mal humor y no lo atendían bien. 
El sol molestaba aún más que las lluvias. La comida estaba tibia 
y el café demasiado frío. 


La idea de recibir gente en su despacho, le aumentaba su dolor de cabeza. 

Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos 
y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. 

Esos eran días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba 
tierras, apresaba opositores....

  Temeroso del futuro y del presente, perseguido por los errores del pasado, 
en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era No.
  
Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, 
el rey llamó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión.
  
 Señores- les dijo- todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. 
Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. 
Pero el que más padece soy yo mismo, que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera. 
Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, 
sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista  
como para no ver los hechos, y tan ridículamente pesimista 
como para oprimir y dañar a los que quiero.

  Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema del rey.

  Sin embargo, todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas, 
no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado. 
Entonces se presentaron ante el rey y le contaron su fracaso.


  Esa noche el rey lloró.
  A la mañana siguiente, un extraño visitante, le pidió audiencia. 
Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica 
que alguna vez había sido blanca.

  -Majestad- dijo el hombre con una reverencia- del lugar donde vengo se 
habla de tus males y de tu dolor. He venido a traerte el remedio.
  
Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de madera.
  
El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió, buscó dentro de la caja y 
lo único que encontró fue un anillo.

  -Gracias- dijo el rey entusiasmado- ¿es un anillo mágico?

  -Por cierto lo es- respondió el viajero-, pero su magia no actúa sólo por 
llevarlo puesto en el dedo...




  Todas las mañanas, apenas te levantes, deberás leer la inscripción que 
tiene el anillo, recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo.

  El rey tomó el anillo y leyó en voz alta:

    " Debes saber que ESTO también pasará."


En esta vida todo es pasajero, transitorio, lo que llamamos bueno y lo que 
llamamos malo, los estados de ánimo cambian, todo cambia, con lo cual no 
conviene aferrarse a ninguno, por ello la inscripción en el anillo:
"esto también pasará", 
para que recuerde que no conviene apegarse a ningún estado, a ninguna situación...


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