miércoles, 12 de abril de 2017

Los Milagros y sus Consecuencias



Cuidado con los milagros... pueden ser muy peligrosos...
Cuidado cuando quieres ayudar a sanar 
a quien no lo ha pedido...
Crees tú que haces un bien ayudando?
Puede ser... pero primero asegúrate bien de que vas a ayudar 
a quien quiere ser ayudado...
Te puedes llevar alguna sorpresa desagradable si lo haces creyendo haces el bien...
Cuando desarrollas la Consciencia ya no cometes esos errores...
Sanar a quien quiere seguir enfermo... por ejemplo... 
Aunque este tema es muy extenso y lo postearé luego detalladamente... 
ahora nos enfocamos más a los milagros...






Meditación simplemente significa consciencia, no significa pensar en algo, concentrarse en algo o contemplar algo. El término occidental siempre se refiere a algo. Meditación, como yo lo utilizo, solo significa un estado de consciencia. 


El espejo refleja todo lo que pasa delante de él, pero no le afecta. Al espejo le da lo mismo que pase por delante una mujer hermosa o una fea, o que no pase nadie; él se limita a reflejar. La meditación no es más que una consciencia que refleja. Simplemente observas todo lo que pasa por delante. 
Y en este sencillo observar, la mente desaparece. Se habla mucho de milagros, pero este es el único milagro. Todos los demás son cuentos. 



Los milagros de Jesús caminando sobre el agua, transformando el agua en vino o resucitando a los muertos... no son más que bonitas historias. Tienen un gran significado cuando se comprende su simbolismo. Pero el que insiste en decir que son hechos históricos no es más que un necio. Simbólicamente son muy bonitos. Simbólicamente, todos los maestros del mundo resucitan a los muertos. ¿Qué es lo que estoy haciendo yo aquí? ; Resucitar a los muertos! Jesús resucitó a Lázaro cuando solo llevaba muerto cuatro días. ¡Yo he resucitado a personas que llevaban muertas años o 
incluso vidas! No están dispuestos a salir de su tumba porque llevan mucho tiempo en ella. Se resisten todo lo que pueden: «¿Qué intentas hacer? ;Estamos en nuestra casa! Aquí vivimos en paz, 
nos molestes!». 
En un sentido simbólico es verdad: todos los maestros intentan darte una nueva vida. En realidad, tal y como eres no estás vivo, estás vegetando. Los milagros son hermosos si se interpretan como una metáfora. 


Esto me recuerda una extraña historia que los cristianos han eliminado completamente de sus escrituras pero que, sin embargo, se conserva en la literatura sufí. Es una historia sufí acerca de Jesús. 

Jesús está llegando a una ciudad y justo en la entrada de esta, se encuentra con un hombre al que ya conocía de antes. Era un ciego al que había curado. El hombre iba siguiendo a una prostituta, entonces Jesús le para y le pregunta: «¿Te acuerdas de mí?». 
«Sí —le contestó—, ¡te recuerdo y no te perdonaré jamás! 
Cuando estaba ciego, era completamente feliz porque no conocía la belleza. Desde que me devolviste la vista, no sé qué hacer con estos ojos, no puedo evitar que se sientan atraídos por las mujeres hermosas.» 
Jesús no daba crédito... Se quedó atónito y sorprendido. «Yo creía que le había hecho un gran favor y, sin embargo, ;está enfadado! Me dice, "Hasta ahora nunca había pensado en las mujeres",  ni siquiera sabía que existieran las prostitutas. Pero desde que me has devuelto la vista, me has fastidiado.» 


Jesús se va sin decir nada, no tiene nada que decir. Mientras avanza se encuentra a otro hombre completamente borracho, diciendo toda clase de incongruencias, tirado en el camino. Jesús le ayuda a levantarse y recuerda que a este le devolvió las piernas, pero ahora se siente un poco inseguro y le pregunta: «¿Te acuerdas de mí?». 
El hombre le responde: «Sí, me acuerdo, y por muy borracho que esté, no te voy a perdonar. Tú eres el que ha destrozado mi apacible vida. Cuando no tenía piernas, no podía ir a ningún sitio, era una persona tranquila, no peleaba, no apostaba ni iba de bares con los amigos. Desde que me diste las piernas no he encontrado un momento de paz ni tranquilidad. Voy tras una cosa y otra, y acabo cansado y borracho. Y fíjate lo que me está pasando. ¡Tú eres el responsable de mi situación! Antes de curarme, deberías haberme avisado de que surgirían todos estos problemas. Tú no me advertiste. 
Me curaste sin ni siquiera pedirme permiso». 


Jesús se sintió tan mal que se marchó de la ciudad y no quiso ir a ningún otro sitio: «Nunca sabes qué clase de personas te vas a encontrar». Pero al salir de la ciudad, vio a un hombre que intentaba ahorcarse en un árbol. «Espera —le dijo—, ¿qué estás haciendo?» 
«¡Otra vez has vuelto! —respondió—. Estaba muerto y me has obligado a vivir de nuevo. Ahora no tengo trabajo, mi mujer me ha abandonado porque cree que soy un fantasma, y no cree que los muertos puedan resucitar. Nadie quiere estar conmigo. Mis amigos no me reconocen. Cuando voy a la ciudad, la gente no me mira. 
¿Qué quieres que haga? Y ahora que me voy a ahorcar, apareces de nuevo! ¿Qué te he hecho? ¿Por qué no me dejas en paz? Ni siquiera me dejas ahorcarme. Cuando estaba muerto me resucitaste, y si me ahorco, me volverás a resucitar. ¡Tú estás empeñado en hacer milagros sin preocuparte por aquellos que tenemos que padecer las consecuencias!» 


Cuando escuché esta historia por primera vez, me encantó. 
Todos los cristianos deberían conocerla. 
No hay más que un milagro, el milagro de la meditación que te aleja de la mente. 
Y el corazón siempre te está dando la bienvenida. 
Siempre está dispuesto a indicarte el camino, 
a guiarte hacia tu ser. 
Y el ser es tu totalidad, tu bienestar supremo. 

OSHO_CREER EN LO IMPOSIBLE ANTES DEL DESAYUNO


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