lunes, 1 de septiembre de 2014

¿CUÁL ES TU HERIDA?

Con toda probabilidad, si estás leyendo esto es porque, en términos de la fórmula para la evolución de la conciencia, estás envuelto en un episodio en el punto de la herida y luchas por librarte de su dolor


Es herida cualquier situación que te cause un profundo y duradero malestar emocional, aunque la misma situación no afectara a cualquier otra persona de igual manera. La herida puede basarse en factores internos o externos; puede ser infligida por otros o por el Destino; puede ser una situación permanente o de las que, con el tiempo, disminuyen o dejan de ser una carga. Cualquiera sea su naturaleza, casi siempre pensamos que nuestra herida es injusta e inmerecida. Finalmente, como veremos, la herida se experimenta de modo muy distinto en diferentes etapas de la curación. 

Lo que en un momento considerábamos una prisión constrictiva se convierte más adelante en una puerta a la comprensión. Echemos una mirada a tu herida y al efecto que tiene en tu vida y tu conciencia. No intentaremos “arreglarla”, porque lo que buscamos no es eso, sino expandir la conciencia. Sin embargo, una mayor comprensión acelera el proceso de curación y expansión. Podría resultarte útil especificar el nombre de tu herida, en forma directa y concisa. Utiliza una palabra o la frase más breve que puedas, como en los ejemplos siguientes:


Ahora visualízate con un distintivo que anuncie al mundo entero tu herida, tu dolor, para que puedas experimentar en tu imaginación cómo te sentirías si no tuvieras que esforzarte tanto en continuar, pese a lo que te está pasando.

Ciertas costumbres tradicionales, como el luto o la cinta negra en la manga, cumplían justamente esta función; liberar al doliente de responder a las expectativas habituales de la sociedad durante el período de luto. Hoy en día hemos abandonado esas prácticas casi por completo, pero por el momento te pondrás la “cinta negra” bajo la forma de un distintivo imaginario, que te excusará de la necesidad de mostrarte “normal”.

Yo solía aplicar una variante de esta técnica cuando dictaba un curso titulado “Comprensión de las adicciones”. Solicitaba que todos los participantes usaran un distintivo anunciando una adicción contra la cual estuvieran luchando. Casi todos descubrieron algo gracias a las reacciones que provocaba este ejercicio. Algunos experimentaban vergüenza; otros se sentían “descubiertos”. Había quienes sólo podían nombrar una adicción secundaria en vez de la que constituía su problema principal. Para muchos fue una sorpresa experimentar alivio, pues ya no tenían que seguir disimulando algo tan importante. ¡Y algunos no sabían cuál escoger!


Observa tus propias reacciones al imaginarte con un distintivo que identifica tu herida. ¿Sientes vergüenza? ¿Tanta que no puedes identificarla siquiera en tu imaginación? ¿Buscas una manera menos dolorosa de expresarla o escoges un problema menos acuciante? ¿O te sientes aliviado de que los otros lo sepan, porque tal vez alguno te comprenda? ¿Te sientes herido en tantas formas que te cuesta elegir sólo una?  No hay reacciones correctas ni incorrectas. Observa cuál es la tuya, simplemente, pues te dirá algo sobre el modo en que estás tratando tu herida.

Admitir ante otros que nuestra herida existe es un paso inicial necesario para encaminarse hacia la fase de rendición, en la fórmula ya citada. Por esta razón, en los programas de doce pasos, las reuniones comienzan con los presentes admitiendo que son alcohólicos, drogadictos, glotones, jugadores o lo que sea; de ese modo se identifican abiertamente con lo que por mucho tiempo trataron de ocultar y que, de ese modo, estaba haciéndoles la vida imposible. Por supuesto, es más adecuado admitir eso en reuniones anónimas que en público. En este caso te pido que admitas tu herida sólo en tu imaginación, porque basta eso para ayudar a liberar en parte la energía que empleas para disimular lo que, al presente, es una gran parte de ti.


De cualquier modo, todos “mostramos” nuestras heridas en lo energético y todos podemos, aunque sea inconscientemente, detectar esas heridas en los campos energéticos ajenos. Se puede decir que, en un plano profundo, nada está oculto y no existen los secretos. A medida que continuemos evolucionando, acabaremos por leer conscientemente los campos de energía ajenos. Cuando así ocurra ya no será posible negar nada y será más fácil continuar con la propia curación.


Ahora bien: en una escala de uno a diez, ¿cómo clasificarías el impacto que tiene tu herida en tu vida? Dicho de otro modo: ¿qué porcentaje ocupa tu herida en lo que actualmente eres? Tómate un momento para evaluar esto. Muchísimas personas descubren que su herida representa el noventa por ciento o más de lo que son, en cuanto a sus pensamientos, sentimientos, conducta y uso diario de su energía. Debes comprender que el grado de dominio que la herida tenga sobre ti es también la medida de su poder de transformarte. Una herida profunda es un tema alrededor del cual se organizará tu herida hasta que esté curada y recibas su don. Por cierto, se puede ver la herida como parte de una conspiración entre el alma y el cometido de nuestra vida.


Extracto del libro de Norwood, Robin "Por qué a mí. por qué esto, por qué ahora"

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