sábado, 6 de julio de 2013

ò_ó LA SOMBRA, Iluminación del Inconsciente




"Cada uno de nosotros proyecta una sombra tanto más oscura y compacta cuanto menos encarnada se halle en nuestra vida consciente. Esta sombra constituye, a todos los efectos, un impedimento inconsciente que malogra nuestras mejores intenciones." 

C. G. JUNG  


Todos llevamos una parte de sombra en lo más profundo de nuestro ser. Es esa parte oscura y negativa de nosotros mismos que no nos gusta reconocer, que reprimimos y preferimos proyectar sobre el mundo exterior. El peligro es que puede rebotar y volverse contra nosotros.

Todo lo que nosotros no queremos ser, lo que no queremos admitir en nuestra identidad, forma nuestro lado negativo, nuestra
sombra
. La negación ha quitado de nuestra vista un polo, pero eso no quiere decir que se haya eliminado.

Para ser más objetivos y justos hay que admitir nuestros fallos y aceptar que nunca seremos perfectos porque somos humanos.

La sombra es el mayor enemigo del ser humano: la tiene y no lo sabe, ni la conoce. La sombra hace que todos los propósitos y los afanes del ser humano le reporten lo contrario de lo que él perseguía.

Para seguir creciendo y ser feliz conviene confrontar la parte nuestra que representa la sombra, lo que nos abrirá el camino para disfrutar de las propias posibilidades y de las de todo el mundo.

Al reconocer nuestros errores, debilidades y pequeños vicios, podremos también ser más tolerantes con los demás.

Con la proyección, lo que uno rechaza en su interior, cada vez que lo encuentre en el mundo exterior, desencadenará en él una reacción de angustia y repudio.

Un poco decisivo en la maduración y evolución psíquica del individuo consiste en retomar las proyecciones (el refrán
cree el ladrón que todos son de su misma condición
) y reconocerlas como algo propio para poder ver con más objetividad el mundo y sus habitantes. Muchas veces nuestra sombra nos impide ponernos en el lugar de otro.




Lo positivo de la sombra es que, al reconocerla, exponemos a la luz zonas de nuestra personalidad antes oscuras; así podemos crecer y cambiar si hace falta.

Conforme vayamos sacando la sombra a la luz, irá disminuyendo la necesidad de demostrar a los otros
lo que valemos. La verdadera autoestima no necesita la aprobación de los demás para sentirnos bien, sino la nuestra propia. Con la aceptación de esa parte nuestra, que juzgamos como mala o negativa, y que manteníamos en el armario, ya nadie, sobre todo nosotros mismos, nos podrá chantajear. Ya no habrá lugar para ese pensamiento: si supiesen de verdad cómo soy, no me querrían





Hay una irónica ley a la que nadie puede sustraerse: lo que más ocupa al ser humano es aquello que rechaza: los niños siempre acaban por adquirir las formas de comportamiento que habían odiado en sus padres, los pacifistas se hacen militares, los moralistas disolutos; los apóstoles de la salud, enfermos graves


La sombra es la suma de todo lo que estamos firmemente convencidos que tendría que desterrarse del mundo para que este fuera santo y bueno. Pero lo que ocurre es todo lo contrario: la sombra contiene todo aquello que falta en nuestro mundo, para que sea santo y bueno. La sombra nos hace enfermar, nos hace incompletos: para estar completos nos falta todo lo que hay en ella.

La sombra produce la enfermedad, y el encararse con ella cura, Un síntoma es siempre una parte de sombra que se ha introducido en la materia. Por el síntoma el ser humano experimenta aquello que no ha querido experimentar conscientemente.

La sombra hace simulador al ser humano. La persona siempre cree ser sólo aquello con lo que se identifica, o ser sólo tal como ella se ve.

La sinceridad con uno mismo es una de las más duras exigencias que el hombre puede hacerse. La enfermedad hace sincera a la gente y descubre implacablemente el fondo del alma que se mantenía oculto.




El bien y el mal, la dualidad, los opuestos, son dos aspectos de una misma persona que se pueden conciliar mediante el amor. Decía un sabio hindú que cualquier pensamiento o acto, contenía una doble motivación: la egoísta y la altruista, en mayor o menor grado, cualquier observador sincero podrá corroborar esto. Justamente en la observación y aceptación de la parte negativa, es lo que convierte el pensamiento o el acto, en amor total manifestado. Se ha transcendido la sombra, se ha convertido en amor impersonal, amar por el amor mismo.

Hay que reintegrar la sombra que representa esa parte no sagrada, animal e instintiva, que se sale de las normas y los cánones de perfección.

Buscamos trasladar estos aspectos nuestros rechazados y negados a otras personas, ideologías y religiones. Tener al enemigo enfrente, en forma concreta, parece que es más tolerable que aceptarlo como algo que sale de nosotros.
Parece que es más sencillo desterrar, torturar y hasta matar, que admitir una equivocación, un rasgo de egoísmo, una mentira u otros sentimientos negativos. El enemigo nos ayuda a podernos considerar limpios, inocentes y justos.

Cuando es reconocida la sombra puede cambiar, por la integración que hace posible el AMOR, de fuerza negativa a fuerza positiva. Esa es nuestra liberación.





 



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